¿A quien pertenece el dinero?, PDF, John MacArthur

Tener un criterio adecuado del dinero y las posesiones y manejarlas bíblicamente constituyen serios retos a los que se enfrentan todos los cristianos. Por providencia divina, las personas se encuentran en disimiles situaciones financieras, pero todos tenemos que lidiar con las mismas preguntas: ¿Qué hacemos con nuestros recursos? ¿debemos gastar nuestro dinero? ¿debemos ahorrar o invertir? Esas preguntas ponen a prueba constantemente la autenticidad e integridad de nuestro andar espiritual.

El modo en que un creyente maneja la administración de sus finanzas y posesiones habla mucho de su condición espiritual. Para recalcar cuan importante resulta para Dios el tema del dinero y las posesiones, dieciséis de las treinta y ocho parábolas de Cristo hablan de cómo las personas deben manejar los tesoros terrenales. De hecho, nuestro Señor enseño mas sobre el tema de la administración, que sobre el cielo y el infierno juntos.

La Biblia completa tiene mas de dos mil referencias a las riquezas y las propiedades, el doble de las referencias totales a la fe y la oración. Lo que hagamos con las cosas que Dios nos ha dado es muy importante para El.

La naturaleza del dinero

El dinero en si no es bueno ni malo. es moralmente neutral. Sin embargo. el dinero es una medida exacta da la moralidad dc una persona. Cuando nos referimos al dinero nos referimos a nuestro medio de intercambio económico. algo tan vital que define como vivimos día a día.

En una sociedad basada en el efectivo podría haber resultado difícil rastrear el uso qué una persona hace del dinero, pero hoy día una ojeada a su libro de contabilidad o a su estado de cuenta de su tarjeta de crédito fácilmente revelara el paradero de su dinero. Y donde gasta su dinero determina donde esta su corazón y cuales son las prioridades de su vida.

Alguien que vea el patrón de sus gastos puede discernir con bastante certeza la dirección moral de su vida. En contra del hecho de que el dinero es amoral. la sabiduría convencional ha creído durante siglos que necesaria-mente el dinero corrompe. Pero tal valoración se opone a Ia experiencia normal y la buena lógica.

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