
Dentro de todo ser humano esta contenido el conocimiento; escrito en la mente y en el corazón. Nada hay que le sea oculto.
Aún sin utilizar el lenguaje moderno de las matemáticas, los primeros cabalistas hicieron aplicaciones prácticas de su entendimiento de la electricidad. Ya, entonces, sabían que se requerían un polo positivo y otro negativo, conectados a través de una resistencia, para poder completar un circuito eléctrico funcional.
El aspecto negativo de la fuerza fue designado como el deseo de recibir par uno mismo y el aspecto positivo como el deseo de recibir con el propósito de compartir. El primero, por sí solo, causa un cortocircuito; el segundo crea una conexión eléctrica completa.
De esta manera, los cabalistas conceptualizaron los campos de energía, no sólo en los términos de su comportamiento físico, sino también en cuanto a su función dentro de los corazones y las mentes de los hombres.
La Cábala señala que antes de la existencia física de la rueda, existió la idea de la rueda. Los pensamientos y las ideas, además de crear el mundo físico, tienen influencia sobre lo que ocurre en el cosmos.
Sabemos que la luna afecta las mareas; reconocemos que fenómenos tales del espacio exterior como los hoyos negros y las supernovas, inevitablemente afectan las condiciones climatológicas de la tierra. Pero, ¿podemos acaso aceptar la antigua creencia cabalística según la cual el comportamiento humano sobre la tierra puede sobreponerse a las influencias astrales e incluso lograr condicionar los procesos intergalácticos?